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Este conjunto de obras surge de la necesidad de profundizar en algo que aparece de forma efímera a través de las performances "el vínculo con el lienzo". En estas obras se encuentra una técnica mixta formada por elementos encadenados que siguen un orden basado en el control de la artista sobre ellos. Las aguadas son el punto de partida, donde la pintura parece trabajar por sí misma de forma natural, creando un punto de partida y una huella en el vacío. El segundo elemento trabajado es la escritura automática, siendo esta una manera de autoconocimiento. Cada mañana, en un limbo entre el sueño y la conciencia, Carlota escribe como una forma de desahogo e incluso meditación, escupiendo las palabras para sacar pensamientos que estaban escondidos en su subconsciente. La paleta de colores experimenta con tonos intensos e iluminados por fosforitos, así como tonos pastel que agregan suavidad y equilibrio a la composición. Esto resulta en una obra profunda con una personalidad ligera, donde la artista deja fluir la intuición y sus emociones menos tangibles.

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